Tuesday, August 16, 2005

tarot

Barrio de Almagro. En la puerta de un edificio antiguo de la calle Humahuaca al 4000 hay un señor mayor con bastón en la mano. Amago a tocar el portero pero él dictamina: no anda, pase directamente. Le digo que vengo a ver a Alicia. Él lo sabe, tengo cara de esotérica y suelta de bolsillo. Aquí se abren las puertas a la tercera dimensión, pienso, la clarividencia es un síntoma contagioso. Dejándolo atrás subo la escalera blanca con notoria ansiedad. El olor a fritura me distrae, es demasiado fuerte. Busco hasta encontrar la puerta E. Le falta una mano de pintura y tiene colgada en el dintel una ramita de algo. Golpeo y en segundos me abren.
Es La Señora Alicia Vidente Nata. Su apariencia no se corresponde con la voz en el teléfono. No es la figura dulce del hada azul y ni siquiera se parece a mi angelóloga de la infancia, esta es asimilable a un espantapájaros trasvestido. Usa el pelo -de escoba, color chocolate- atado atrás con una hebilla. Adelante el flequillo abunda. Sobre la camisa blanca le cuelgan una piedra verde y un calendario maya. Intenta agarrar al gato por la cola para que no se escape al pasillo, no lo logra, le pone la traba y paso saltando sobre el pié, entre la pared y la puerta semiabierta.
- Buenas tardes. Soy Clara, hablamos hace dos días. (no me besa, me agarra la mano, le siento los anillos y la temperatura corporal)
- Pasá querida. (y me sonríe con una boca mal pintada)
Me dirijo al gato para rascarle la cabeza mientras miro de reojo el “consultorio”. Es bastante luminoso y con olor a aceites aromáticos. Las paredes están descuidadas, descascaradas y, colgando de ellas, imágenes de santos y vírgenes. Una cómoda verde agua desentona con el resto de los muebles, allí hay un pequeño altar lleno de velas, no llego a distinguir la figura de culto. Me ofrece agua y rechazo. Pregunto el nombre del gato.
- Violín.
- ¿Piolín?
- No. Violín.
- Ah.
Me siento sobre uno de los sillones que rodean la mesa ratona. Me pongo cómoda, cruzando las piernas, intento relajarme, pero la ansiedad gana. Hay un par de velas prendidas alrededor. No se que está buscando Alicia, la escucho revolver cosas, yo miro fijo las llamas, parezco hipnotizada, adormecida, solo parezco. Finalmente viene y se sienta frente a mi. Miro su cara y me doy cuenta de que tiene un ojo que le brilla más que otro. Destello leve pero notorio ¿será de vidrio?. Interrumpe mi cavilación con una pregunta:
- Antes que nada, ¿querés hacer alguna consulta en especial?
-Quiero saber si late...
-¿Si...?
-Amores futuros, presentes. Amor. (aire y agua tenías que ser, criaturita, para hablar con esa boca sobre el mequierenomequiere, ¡haciendo puecherito deshojas la margarita! entre los dedos te sobra un pétalo, tamblás, esto así no va... no va...)
Me hace cortar. Con la mano izquierda, aclara. El error puede ser fatal. Pido perdón, que soy analfabeta de este tipo de saberes, che!. Comienza la tirada, despliega, primero una cruz, luego otra cosa. Me parece el momento oportuno para saltar con la oniromancia. Además, y después de todo, ¿no es vox populi que Freud ya fueeee! Ahora está de moda Jung, me había dicho Cece, es lo maaas. Y agregó: ella es mi mandala.
- Soñé dos veces con una carta en particular. Un mujer con un cetro del lado derecho, sentada en un sillón, cara redonda, rubia.
- ¿ésta? (señalando una) ¿o ésta? (señalando otra).
- La primera. Pero con el cetro del otro lado.
- Ah. La Emperatriz. El arquetipo de lo femenino. (¿habría leído a Jung?). La fertilidad y la madre. La creación. Es siempre lo mismo.
- ¿Qué cosa es siempre lo mismo?
- Veo estrógeno por todos lados. Una familia que desborda de estrógeno. Polleras, abanicos, labiales por doquier. La fascinación de una niña por las mujeres todopoderosas. Inclinación hacia lo místico. Timidez, introspección. Miedo de saber. Había un secreto en la familia que no te dejaba dormir de noche.
- Si. El mito del origen. Nadie me decía la verdad.
- Pero eso te hizo fuerte. Es una lucha ganada. También veo una imaginación profusa. Muchas palabras. Libros.
- Soy estudiante de letras.
- Necesitas estar en contacto con la tierra, hay un exceso de idealismo, necesitas sobre todo vivir aca. Hacete un viaje corto al interior, al norte... si no renovás se te van a caer proyectos. Demasiado diversificada...
- ¿Y con la literatura que...?
- Muchas palabras... vomitalas, no te queda otra, es visceral. (ese ojo que brilla me investiga, vuelvo a preguntarme si será de vidrio)
- ¿Conoceré a alguien? (criatura ansiosa)
- ¡uf! Alguna historia complicada te suspendió en el tiempo. Ahora podés respirar mejor, más aliviada. Igual no te confíes, no veo paz... ¿por qué ella es tan perturbadora? (señalando una carta)
- ¿Conoceré a alguien?
- Figurita repetida. Ella.
- ¿Conoceré...? (me estoy cansando)
- No le veo ningún encanto. No me explico que... debe serte de alguna forma complementaria... (señalando una carta)
- (...)
- Anuncio: hay una mariposita revoloteando y viene sin seguro, con alas abiertas, no seas aplanadora, ¿no te enseñó la musa a tratarla con cuidado? Aprendé a ser un muchachito caballero. Dando patadas por debajo de la mesa no se gana la pulseada. Igual no te agites, se va dentro de poco a Europa. Andá aprendiendo, querida, nunca te vas a unir con nada, nunca nadie nada. A esa ilusión simbiótica le doy cinco años de vida, no más. Cuando estés embarazada consultame de nuevo.
- ¿Voy a tener un hijo?
- Hija. Te va a decir no papá y te va a poner los pelos de punta.
- ¿Falta mucho?
- Un poco, querida, acordate que no se puede andar a las zancadas. Ya te lo había dicho esa que te leyó la mano en la fiesta de quince: Clarita... ¡si te caes te levantas pero duele, carajo, como duele! Lo de que ibas a ser monja, olvidate, ahí le pifiaron. Vas a andar arrodillada, si, pero llevando y trayendo flores a los altares de las entrepiernas...
- Aha. Veo que no tiene pelos en la lengua...
- ¿Para qué? Hora de irse al mazo...
- ¿Cuánto le debo?
- Ochenta pesos.

Mientras busco las monedas para el colectivo escucho cómo vibran los autos a velocidad. ¿y si me atropellan ahora? Pensamiento idiota e inevitable. Me entra una basura en el ojo. Pestañeo. Pestañeo y no se va. ¡Zas! Si lo hubiera tenido de vidrio como la vieja no me hubiera molestado. Pero no. Me llora y se me irrita. No veo nada, camino así porque sí. Encerrada y siempre lo mismo: el mandala es mujer.

Wednesday, August 03, 2005

bichos

- Ya no estoy para cazar mariposas (ofuscada). Ahora son ellas las que me cazan a mi. Son gigantes. Ponen sus patas encima de mi cabeza y me abrazan con sus alas interminables (interminables). Sueltan un polvo blanco y no puedo respirar. Me dejan arruinada, tosiendo y estornudando todo el día. (estornudo).
- Ya veo. (acomodándose los lentes y acercándose hacia la mesa de los pañuelos descartables). ¿Y en la infancia? ¿Te acordás, Clara, como eran en la infancia? (me alcanza un pañuelo).
- Bueno, recuerdo cuando mi madre se iba y mi abuela dormía la siesta. Yo salía vestida al jardín con un solero de flores amarillas. Entonces me sentaba en uno de los bancos de azulejos bajo la parra y esperaba que llegaran. (me sueno la nariz) Primero venían dos o tres. Revoloteaban tímidas, lejanas. Yo fijaba la mirada en un punto y las miraba de reojo, para no alarmarlas. Luego se sumaban otras y de repente me encontraba en el medio de una danza de mariposas. Siete, ocho, nueve mariposas juntas... ¿se las imagina? Las había color tierra con puntos negros, las había de todos los colores... una danza de mariposas, solo para mí. Realmente (girando levemente la cabeza) no se de dónde salían.
- ¿Y que pasaba después?
- Bueno, después... se morían.
- ¿Se morían?
- Si, yo las mataba. Las cazaba con una red y luego las aplastaba con un martillo. ¡Plaf! (¿plaf?).
- Aha.
- Les pegaba en el medio y salía una mucosa negra. Les arrancaba las alas con una pinza y las tiraba a la basura.
- ¿No las guardabas en un muestrario de mariposas?
- ¿Guardarlas? ¡No! Que asco...
- Asco. (inaudible)
- Hubiera vomitado de solo saber que tenía esos pequeños cadáveres en mi habitación.
- ¿Alguna motivación en especial, Clara? (¿quien es, quien es CLARA?)
- ¡si! ¡Claro! (Clara). Si no las eliminaba de día venían de noche y se me metían por los agujeros.
- ¿Qué agujeros? (con el tono que usan las personas preguntonas).
- Los del cuerpo. ¿Qué agujeros va a ser?. La nariz, la boca, los oídos, etc. (etc.).
- Mariposas invasoras.
- No solo mariposas. También arañas, cucarachas. Serpientes. (punto y a parte)
Serpientes.
- ¿Qué te hacían las serpientes?
- Me perseguían, me cercaban, me acorralaban (tos). Venían arrastrándose, se contoneaban delante de mío, me movían el cascabel, como diciendo: “sabés que si te muerdo te morís, sabes que si... sabes que si...” (tos).
- Si te beso. (inaudible).
- ¿Qué?
- Nada. Ejem.
- Yo tenía que subirme arriba de las mesas. Era horrible, realmente angustiante. Estaban en cada lugar de la casa. Salían de las rejillas, se colaban por las rendijas de las puertas, de las ventanas...
- Estamos terminando por hoy, Clara.
- ¿Ya?
- Si, ehhh... ¿te veo la semana que viene?
- Bueno.
- (...)
- (...)
- ¿Escuchas?
- ¿Qué?
- Madame Butterfly.
- Ah. Prefiero La Boheme.
- Pero...
- Si, no me diga nada. (tos).
(Salgo. A él se le cae un libro al suelo, a mis pies. Lo levanto y leo. “Cada agujerito con su palito”. Lo miro y él baja la vista. Me voy.)


Me peino en el espejo del ascensor. Me esperan. Cierro la puerta del edificio. Tengo prisa. La veo. Le digo mariposita, viniste! y ella me dice vine y me besa en la boca y tiene gusto a pastillas de fruta. Me dice ¿como te fue? ¿de que hablaste? ¿te curó la alergia? Le digo bien, paparruchadas, no. Me dice ¿querés que vayamos a casa y te haga un té? Le digo vamos. Agrego abrazame mariposita, abrasame ¿sabías que tenés cara de serpiente?. De serpiente serpentina. Cascabel.