Tuesday, March 07, 2006

dos


(Belén, cuchá...)

Es mejor que lo sepas: estoy hipersensible porque me está por venir. Sin embargo aprovecho para hacer publicidad de la conciencia. Monólogo oblicuo que suplanta el líquido transparente por uno rojo, incesante y lento. Se me acaba de quemar un panqueque y al salir al patio vi algún tono gris en el cielo. Me pregunto si habrás llevado paraguas y no estoy ahí para comprobarlo. Y si. Probablemente hayas llegado a tu casa y te hayas mirado al espejo el vestidito con la enagua que se te pega a las piernas cuando hace calor –me exité tanto, mi amor- y hayas dicho: esta se cree que me conoce pero no. Y yo leo el libro de Kundera con una imagen borrosa en la tapa y estiro las piernas. Yo repaso las páginas donde Madame X es la impenetrable y se coge a la sirvienta mientras un desconocido que se desase de orgasmos en la calle le escribe cartas de amor. Y me deshago de la risa, mi bien, de la exageración, de la necesidad, de la estupidez de la palabra amor, de la animalidad del sexo, de una cultura que te sofoca pero te deja un último hilo de oxígeno. De la poesía... La novela de Gambaro con una dedicatoria personal deliciosa: hiperrealismo, fusión. Quizá o sea la carta o sea el cuerpo. Y me refiero a la insoportable levedad de poner un dedo en el espejo y decir esta que se cree que me conoce pero no. Yo, que a nivel consciente, soy mas buena que Lassie, puedo ser Cruela de Vil en otros intermedios teóricos. Porque no soy toda, como decirlo sin que suene escuetamente posmo... no soy toda yo –no puedo evadirme de mi propia ignorancia, pues, no lo he logrado-. Vos te das vuelta en la calle cuando te pasa una flaca morocha cualquiera y pensas que soy. Pero no. Yo veo una foto de Rosario Flores y grito, extasiada: es mi Belén. Y no. Cuando dejés caer un rulo por tu balcón, o un pañuelo con tus iniciales, sé cautelosa. Me provocarás nauseas y temblores repentinos, mi corazón será como un tambor africano. No hay límites. Hay exageración. Porque no sos vos, soy yo y un absurdo fetichismo de la imagen mental, de la letra. Soy yo que no me aguanto la sangre roja entre las piernas y salgo corriendo a bañarme. Soy yo que en vez de pegar un grito o ponerme a llorar hago 105 panqueques inútiles y asquerosos y quemados. Soy yo la que a veces me sigo creyendo la Verdad Revelada. Yo fui antes que Eva, ¿te acordás? Llegamos a esa conclusión haciendo la línea de tiempo en el Bar de Belgrano. Que antes que el sol y la luna fue Clara. Después otro día en el mismo lugar te dije que no, que tenía miedo de morirme. Y entonces me volví un pino cualquiera en un bosque de morondanga. Ahí vos me devolviste un poco de fe y me consolaste con un relato hermoso sobre una tal Santa Teresa y otra tal Santa Margarita que se querían tanto que iban a estar juntas en el cielo de las lesbianas. Mi bien, luego entendí la analogía, Margarita era tu madre y Teresa mi amante. Te quise tanto en ese momento que solo supe arrinconarme contra la pared y mirarte. Solo supe tragarme, si, una hamburguesa con papas que me devolvía a su vez la consistencia, la violencia.
Al fin de cuentas, ¿será como le dice el inconsciente mi querida Laura, que... o se hace el amor con los ojos y se habla de Butler o se coge y se tiene orgasmos múltiples? No lo se. Pero sos mucho más que un hoja de papel o un cuerpo. Que la imagen mental y el significante. Que el eros o el thánatos. Y caigo siempre en la misma engaña pichanga. El estructuralismo me consume entera. Saussure me arruinó la vida y todos sus seguidores son unos papanatas, mi amor. Yo en realidad quiero tener quintillizos, me olvidé de decirte. Y que tengan dos madres y bicicletas de colores. Al mismo tiempo, no termino de escuchar El Llamado. Quizá tenga que abandonarlos en un orfanato cuando estalle la tercera guerra y el anticristo se de a conocer. Entonces volveré a mi Biblia y seré Pastora y bautizaré y oraré: Señor, me gustan las chicas, caramba, ¿me dejás tocar el arpa igual?

Debe ser cierto, che, me tengo miedo
al infierno.

Pero nos estamos salvando, Juana – estos caprichos nuestros de reencarnar a cada rato-. Lacán nos sumió en el tres. Y ahora Butler saltó a lo múltiple. Solo nos queda ponerlo en práctica y decirnos frente al espejo:

yo NO te tengo miedo, otra yo, mi amor es el todo