Friday, September 30, 2005

chat I

Estas que me hablan. Estas que no dejan de hablarme. Cuando mi amiga me decía que la tecnología nos está arruinando la vida yo me reía y le saltaba como un animal de presa sobre el celular para leerle los mensajes de texto . Suena una canción brasilera. El novio llama de Bahia y la encuentra desprevenida comiéndose una uña. En tardes de verano arruinadas por el calor y con un balde de helado al costado aprendimos a hackear las cuentas de mail de las transas ocasionales. Encontramos las estupideces de los amigos escribiendo borrachos: quiero más birra. Punto coma punto y coma carita feliz. Nuestras cartas eran otra cosa. OH nuestras cartas! Las antiguas cartas espirituales. Mezcla de relato de experiencia y libro de oraciones. Soñá con Dios y con la profe (el triángulo edípico) o Dios soy yo. Y eso que desconocíamos la doctrina New Age. Las cerrábamos con plasticola y metíamos el rosario adentro.
Vuelvo. Me fui. Vuelvo. Estas no dejan de hablarme. Me buscan. Me persiguen. No pueden dormir de noche y me llaman por teléfono para que les de la bendición y les escuche los relatos de las aventuras del día. Tres de la mañana. Seis de la mañana. Me mandan mensajes inoportunos, clandestinos, a espaldas de los padres y hermanos. Me arrebatan sonrisas semidormida. Despierto con la luz azul. Veo letras y no trago la idea. Escupo respuestas sin ilación. A un qué estas haciendo C? Respondo con un Mariposita dormidita estoy tapadita con la frazadita. En la vigilia me acuerdo y me dan ganas de vomitar esas frases cursis. Pero son ellas las que me buscan. (alego inocencia!). Yo las leo hacerme preguntas. Yo miro esa construcción artificial del otro lado de la cámara. Salto por encima de las faltas de ortografía y les pregunto si conocen a Woolf. No, ¿quien? Contame de qué color es la bombacha que tenés puesta... amorssssis... Puaj. Manifiestan una ignorancia desenfadada. Pero eso sí, a veces se maquillan para ir al cyber y luego me tiran besitos. Les veo brillar los labios. Me preguntan: ¿por qué te gustamos nosotras las chicas?
Me haces acordar a una virgencita. Te sacaría una foto y te llevaría en mi escapulario. Te quitaría el velo. Te llevaría de la mano por Plaza San Martín y hablaríamos de la antigüedad de los árboles. Mirarías con ojos de dieciséis años. Recordarías una excursión con el jardín en donde algún compañerito te robó el sándwich. Te saltarían las lágrimas de los ojos. Para calmarte te hablaría de las Musas y de la arquitectura de Grecia. Siempre con el pañuelo en la mano me dirías que el otro día escribiste un poema en la servilleta de un bar y te gustaría leérmelo. Ahí miraría al cielo y te correría el pelo de la cara. Chiquita, chiquitina, inundame de palabras. Entonces me sentaría a lo indio en el pasto y te miraría desde abajo. Miraría esas piernas flacas, de pelos suaves semi rubios. Sacarías la servilleta y empezarías a leer los villancicos. Adoro, corazón, esa forma tuya / de cruzar las manos / me hace acordar a mamá / con sus telas frente al costurero / cara de enojada / manos cruzadas. ¡Muy bien, chiqui, muy bien! Aplausos. Ahora vos mi virreina y yo la pequeña encerrada en el convento. Ahora vos la que habla y yo la que lloro. A mí también me robaron cosas. ¿no te conté? a todas nos robaron. tuvimos que salir a decir que no podíamos vivir sin nuestras vidas. Pero esa es otra historia que te voy a contar en una carta larga. La vas a leer en un día de lluvia comiendo una manzana. ¿Te gustaba el costurero? Ahora, escuchame, y escribite escribiendome. Olvidate de eso. Inventate un nik que te guste y luego otro. Y luego otro. Así hasta dar conmigo. Alguno de esos será. Nuestro imán es el nombre.
Ahora, que te miro desde acá, que tengo tu cara destapada y que veo cómo le sonreís de costadete a la cámara digo: ¿Me mandás una foto? Haría una copia 4 x 4 y la pondría en mi escapulario. Luego leería los mensajes de madrugada y soñaría con las tardes en Plaza San Marín.
¿Y por qué nosotras las chicas? (mirando a camara)
Por el olor a picodulce.
¿Y por qué nosotras las chicas? (mirándo a cámara fijamente)
Por lo suaves. Por lo dóciles. Porque cierran los ojos con liviandad. Porque no le temen a las palabras. Porque cada cinco minutos te abrazan y se ríen y el pelo les brilla. Porque cantan canciones de regreso en los colectivos. Porque las frases eróticas les salen con voz de Blancanieves. Porque tienen fresco el recuerdo de la primera pérdida y todo el tiempo quieren saber si estas ahí.
Amaranta dice:
Estás, Clari, estas? (carita triste).
My Darling dice:
(...)
Amaranta dice:
mala, no te quiero más

Las vírgenes que buscan y rebuscan en la erótica de la palabra. Practican gestos, los ensayan, gritan que están solas, que quieren que las toquen. Buscan la presencia fantastasma. Buscan a la madre caminando por el pasillo a oscuras. Buscan a la primita del otro lado del árbol. Buscan a la amiga que las aprisiona en un baño público.

Te cuento, Astrid, que fue en una noche cálida cuando esta virgencita apareció del otro lado de la ventanilla. Y fue una visión bicolor. Era rubia con extensiones negras. Me saludó con las manos en los bolsillos. Tenía cara de luna y adoraba a britney spears. Tengo una foto suya con la corbata roja y la camisa blanca, está abrazando a otra, el título es "compañeras" .

Mar y fantasma. Entrecruzamiento de identidades. ¿y si descubro que es ella haciendose pasar por otra? La paranoia llega a su punto máximo. Otra vez suena el celular sobre la mesa y escucho una voz de pajarito. A la agitación sucede la sonrisa. Cuando suena quisiera estrellarlo contra la pared. Ahora que escucho esa vocesita me rio como idiota. MarinaMarielaMarisaMatildeMarcela. ¿Cual de ellas? Seguro que empezaba con M. Todas empiezan con M.

Todas. Todas ellas. No dejan de hablarme. Me siento usurpada. ¿en cual me escondo?